La muerte de un rey

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El rey Felipe III, monarca español, unas horas antes de morir, hizo llamar a su hijo primogénito para que se acercase al lecho:
–– “Te he llamado para que veas en qué acaba todo”.
En sus últimos momentos, la obsesión del rey era sus posibles pecados de omisión, y repetía una y otra vez:
–– “¡Oh, quién no hubiera reinado. Quién no hubiera reinado!”. 
Llevó una vida recta y ejemplar y le preocupaba la cuenta que tendría que dar.