Una estatua mal hecha

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En tiempos de Miguel Ángel, encargaron una estatua de mármol a un escultor de Florencia. Después de mucho pulir el mármol, el artista se vio completamente perdido y dejó el trabajo a medias y mal hecho. Llamaron entonces a Miguel Ángel para ver si salvaba el proyecto. Llegó el gran maestro, echó una mirada a la obra interrumpida, y comentó:
“Tráiganme otro bloque de mármol, porque de aquí no puede salir nada bueno. Arreglar los rasgos y contornos de una estatua mal hecha es tan imposible como arreglar los rasgos morales de un mal carácter en una juventud viciada”.