Servir sólo a Jesucristo 

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La reina de España era especialmente hermosa, pero murió en plena juventud, y Francisco de Borja fue encargado de hacer llevar su cadáver hasta la ciudad donde iba a ser sepultada. 
Al llegar al sitio de su destino, abrieron el ataúd para constatar que sí era ese el cadáver de la reina. Pero en aquel momento el rostro de la difunta apareció tan descompuesto y maloliente por la putrefacción, que Francisco se conmovió hasta el fondo de su alma, y se propuso firmemente: “Ya nunca más me dedicaré a servir a jefes que se van a morir”. 
En adelante se propone dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.