Hacer el mayor bien posible
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Pocos gobernantes hay que hayan gozado de una manera tan extraordinaria del cariño de su pueblo, como san Enrique. Un día, a un empleado que le aconsejaba tratar con crueldad a los revoltosos, le respondió: “Dios no me dio la autoridad para hacer sufrir a la gente, sino para tratar de hacer el mayor bien posible”.