Todas muy ocupadas

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Santa María Mazzarello contó un día la siguiente parábola: “La muerte llegó a una casa de religiosas y le dijo a la portera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la portera le respondió: ‘Tengo mucho oficio en la portería y no me puedo alejar de aquí’. 
Entonces pasó la muerte a la cocina, y le dijo a la hermana cocinera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la hermana cocinera le dijo: ‘Tengo tanto que cocinar. ¡No puedo acompañarla!’. 
Y la muerte se fue donde la Superiora, y le dijo: ‘Ud. tiene que dar a las demás ejemplo de obediencia. ¡Venga conmigo a la eternidad!’. Y la superiora, para dar ejemplo, se fue a la eternidad con la muerte”.