Vendemos semillas

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Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado y, para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.
–– “¿Qué vendes aquí? –le preguntó.
–– “Todo lo que tu corazón desee” –respondió Dios.
Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear: 
–– “Deseo paz de espíritu, amor, felicidad, sabiduría y ausencia de todo temor”. 
Y luego, tras un instante de vacilación, añadió: 
–– “No sólo para mí, sino para todo el mundo".
Dios se sonrió, y dijo: 
–– “Creo que no me has comprendido, querida. Aquí no vendemos frutos. Únicamente vendemos semillas”.