El valor de un saludo

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T. Roosevelt tenía una predilección especial con la gente. Cada día saludaba uno por uno a todos los sirvientes de la Casa Blanca. Un día, después de una de estas manifestaciones de interés por sus servidores, uno de ellos exclamó: “Este es el día más feliz que he vivido, y ninguno de nosotros cambiaría este detalle por un billete de cien dólares”.