Cuantas veces...
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Cuantas veces antes de salir
a algún lugar no te has mirado al espejo y repetido:
"SI TAN SOLO TUVIERA EL CABELLO MÁS LACIO,
SI NO FUERA TAN CRESPO,
SI MIS MANOS NO FUERAN TAN HUESUDAS,
SI MI NARIZ NO FUERA TAN GRANDE,
SI TAN SOLO FUERA UN POCO MÁS DELGADA, ....
¡QUE FEA SOY!
Y así,
sintiéndote disgustada de ti misma y pensando:
CUANTAS CHICAS SON
MUCHO MÁS BONITAS QUE YO ALLÁ AFUERA Y
CON UNA PERSONALIDAD
MUCHO MÁS INTERESANTE. QUÉ ENVIDIA"
Muchas mujeres así pasen 50 o 60 años
siguen disgustadas por el color de su cabello,
por la forma de su cuerpo,
por su nariz, por sus ojos,
por su propio carácter.
"Si tan solo fuera diferente"
¿Sabes que es lo peor que puede sucederle
a alguien que no se gusta,
acepta y ama ella misma?
Que viva cada día de su vida
queriendo ser otra
sin ser consciente de ello.
Estas persona necesitan un re-encuentro
con el amor y los sentimientos de ternura
hacía su propia persona,
belleza y temperamento.
Por eso meditemos esto:
Mírate todos lo días
como un verdadero milagro de Dios,
es lo que eres.
Agradece a Dios el regalo de la vida que te dio
al crearte y piensa bien en ti misma,
porque cuando Él te hizo,
te hizo a imagen suya.
Recuerda que eres hermosa,
aunque muchas veces tengas ganas
de ahogar una voz interior que te dice:
no, no lo eres.
Recuerda que eres hija del amor de Dios.
Ama profundamente tu identidad
porque es única.
No hay otra persona como tú.
Nunca piense que tu valor radica
en tu belleza o en tus títulos,
tu verdadera belleza saldrá a la luz
cuando ames con sinceridad y contribuyas
con tus acciones de amor a la sanación del mundo.
No le tengas miedo a fracasar
cuando emprendas algo,
recuerda que si nunca fracasas
no tendrás la oportunidad de descubrir
la fortaleza y el valor que hay en ti.
Procura no ponerte a la defensiva
cuando seas criticada o se te llame la atención
por algo que haces mal,
acoge la buena crítica y lo demás olvídalo,
No pierdas el tiempo pensando
si eres lo suficientemente buena
para esta o aquella tarea,
haz lo mejor que puedas hacer y
siéntete satisfecha.
Cada persona viviente ha tenido
o tendrá que tener experiencias
dolorosas en su pasado, presente o futuro,
pero es superándolas como se desarrolla
la personalidad y se conquista un corazón
grande para amar.
Recuerda que tu dignidad y valor
no proceden de las cosas
materiales que poseas,
de la belleza que tengas,
de lo popular que seas
o de lo alto que hayas llegado
en tu carrera.
La fuente de tu dignidad es divina,
eterna, hecha amor,
porque tu eres hijo (a) de Dios y
por eso
TU VALES.