Mi vida por la tuya

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El gran torero Luis Miguel Dominguín no creía en Dios, pero era muy amigo del creyente Juan Antonio Nájera. Éste se encontraba enfermo.
Juan Antonio le ruega a Luis Miguel que rece todas las noches el Avemaría, cosa que promete hacer Dominguín. Y éste, impresionado, le dice: “Juan Antonio, dile a tu Dios que yo le ofrezco mi vida por la tuya, y que ese es el primer favor que le pido”.