Entre tablas y maderos 

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A san Vicente Ferrer todos querían acercarse. Como la gente se lanzaba hacia él para tocarlo y quitarle pedacitos de su hábito para llevarlos como reliquias, tenía que pasar por entre las multitudes rodeado de un grupo de hombres, encerrándolo y protegiéndolo entre maderos y tablas. El santo pasaba saludando a todos con su sonrisa franca y su mirada penetrante que llegaba hasta el alma.