Tengo corazón

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Una señora, viuda, después que situó a sus cinco hijos, abandonó su buena mansión y sus comodidades 
y dedicó su vida a atender a niños retrasados mentales recogidos en instituciones benéficas. ¿Qué 
funciones cumplía? Fundamentalmente aportaba su presencia cordial, y no era poco esto. Ella decía 
riendo: “No tengo cabeza ni manos, pero a lo mejor tengo corazón”.