Agua para la vida

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

‘Dios está en todas partes, menos en una tumba.’ Y donde hay agua hay vida, donde no hay agua no.
Con la resurrección de Jesús la tumba se transforma en manantial de vida.
Rotos los cerrojos de la muerte, se abre la fuente de la vida; ese ‘río de agua viva incontenible que brota inagotable del trono de Dios y del Cordero’. Por eso, el día que los cristianos proclamamos la resurrección de Cristo, ese día se abre en la Iglesia la fuente del Bautismo, como un río de vida incontenible, inagotable; la Vida en el Espíritu que regenera con el agua santa del bautismo a la familia humana, transformándonos en hijos de Dios.
Por eso en la octava de Pascua, en la liturgia de la Palabra, el agua desborda el templo y la naturaleza. No como una amenaza de muerte. El agua desborda fecundando, porque es el agua viva del Espíritu de Dios, la vida nueva que Jesús siembra en el corazón de los creyentes, purificándolos del mal y llenándolos de la fuerza de la Vida.
Bendito sea Dios que nos acepta como hijos.
¿Qué pensás de esto?
¿Cuánto tiempo tenías cuando te llevaron a la Iglesia a bautizarte? Tus padres y padrinos dijeron en tu nombre: Creo en Jesucristo y deseo pertenecer a la familia de los hijos de Dios, porque el Hijo de Dios se hizo de la familia humana, para que yo pueda ser de la familia de Dios... Y después todos juntos rezaron la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro...


Fuente: Reflexiones 21, Misión Jesuita Multimedia - Compañía de Jesús - Argentina