El dolor de la madre

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

Inés corrió con su esposo a la guardia del hospital llevando al hijo pequeño intoxicado con un psicofármaco para adultos y espero afuera de la sala sin saber qué pasaría con su hijo querido... En otro lado, Jorgelina, ya trastornada en su mente por el hecho y después de muchos años, sigue esperando que su hijo vuelva por la misma puerta por la que un día salió de la casa para no volver más. Si estaba enfermo y se perdió, o si lo mataron, no lo sabemos. Ella no puede dar más datos.
Cuántas madres sufren hoy la ausencia momentánea o definitiva del hijo. Cuántas madres buscan llegar con su caricia y con los ojos del alma dentro de la cárcel donde el hijo paga una condena; llegar al hospital o al psiquiátrico intentando colarse en el laberinto de una mente enferma o más allá de la fiebre o la inconsciencia, alcanzar el corazón del hijo que parece que ya no volverá en sí; que ya no registra su caricia de madre.
¿Cómo imaginan Uds. a la madre de Jesús aquel sábado santo con el hijo muerto, en la oscuridad de la tumba? Las tinieblas del sepulcro condensadas por aquella lápida que hace a la muerte más definitiva no permiten imaginar más que un cuerpo yaciente, pero las imágenes del viernes del cuerpo roto y deshecho del hijo que se formó en sus entrañas; esas imágenes se condensan en su corazón como una piedra dura y roja de sangre, que no suaviza ni ablanda el llanto y los suspiros de la madre sola... , Pero si mucho fue el dolor, ese dolor que nosotros no podemos imaginar porque es ella la madre y no nosotros... Si mucho fue el dolor, cuánto habrá sido el gozo; el gozo de verlo resucitado. Aunque apenas lleguemos a imaginarnos solo un poquito de la realidad, nos puede hacer mucho bien imaginar a Jesús resucitado desde el corazón herido de su madre. Asombrado primero por tanta luz y muy manso y fuerte después por la alegría que ya nadie le podrá quitar.


Fuente: Reflexiones 21, Misión Jesuita Multimedia - Compañía de Jesús - Argentina