Bautismo

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

No se trata solamente de echar agua sobre la cabeza. Juan Bautista decía: yo bautizo con agua, pero después de mí viene alguien que los bautizará con el Espíritu de Dios. Y cuando el mismo Juan Bautista echo agua sobre la cabeza de Jesús, se abrió el cielo, se escuchó la voz de Dios que dijo ‘Este es mi Hijo muy querido’ y descendió sobre Jesús el Espíritu. Y Juan repetía después: ‘Yo lo vi y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios’. Por eso no se trata de echar agua sobre la cabeza. El agua que reciben los bautizados en la Iglesia Católica, es el agua del bautismo en la muerte y en la resurrección de Jesús, que murió y resucitó para darnos el Espíritu de hijos, que clama a Dios llamándolo Padre. Jesús, hijo de Dios, resucitó, no se quedó muerto, alcanzó la plenitud de la existencia con su resurrección, como el primero, como el hermano mayor ... Por eso los bautizados estamos llamados a alcanzar la plenitud de la vida de Cristo, por el bautismo en el que recibimos el Espíritu de hijos, la Vida y el Amor de Dios. Por eso, no se trata solamente de echar agua sobre la cabeza. El Bautismo es el sacramento que nos hace cristianos; nos hace de la misma familia de Dios, por Jesucristo. Jesús les dijo a sus discípulos: ‘Vayan por el mundo y bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’.

Algunos cuando pasan por la iglesia van a la pila bautismal o al lugar del agua bendita y se persignan con agua bendita recordando con alegría que somos de la familia de los hijos de Dios.