Dios aprieta pero no ahoga

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

En medio de la apretura y el sufrimiento pidamos al Señor que no nos abandone de su fuerza, para seguir adelante por el camino de Dios.

Roguemos al Señor que nos dé la fortaleza que le dio a Jesús en la pasión que soportó para reconciliarnos entre nosotros y con su Padre Dios.

¿Pensamos en Jesús cuando sufrimos? ¿Crees que sos la única víctima del mundo y que no hay sufrimiento mayor que el tuyo? ¿Crees solamente cuando estás bien?

En el sufrimiento se pone a prueba la fe. Pensamos que por creer en Dios y rezar, Dios nos tiene que sacar todas las piedras del camino. Pero no es así. Jesús, el mismo Hijo de Dios, pasó por la incomprensión, por el rechazo, el juicio falso y la condena a muerte. Y si al principio tenía éxito porque lo seguían grandes multitudes, fue también una multitud la que definió la condena cuando respondieron a Pilato: ¡CRUCIFICALO!

Si nuestra fe pretende que Dios nos libre de todo trabajo y sufrimiento, esta fe no tiene nada que ver con Jesús.

Si creemos que se puede construir la familia de los hijos de Dios, a la que ya pertenecés por el Bautismo, tenemos que hacerlo como Jesús que pasa por muchas dificultades y trabajos. No hay atajo en este camino, hay que recorrerlo palmo a palmo. El que quiere seguirme, dice Jesús que tome su cruz y me siga. No hay atajo en el camino y tampoco modo de evadir el peso de la cruz. Porque en realidad si no la llevo yo, la lleva otro y los otros ya tienen sus cruces para llevar


Bendecí Jesús a la audiencia con la gracia de la fe.