Decálogo para escuchar al prójimo

Autor: Yusi Cervantes Leyzaola

 

 

Especialmente al prójimo más próximo: esposa, esposo, hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros… 

1.- Que el objetivo sea el correcto
Aclarémoslo de una vez: el objetivo de escuchar al prójimo es verdaderamente conocer lo que tiene que decir: sus pensamientos, sus experiencias, sus sentimientos... para comprenderlo mejor , para conocerlo más, para enriquecernos con el don que el prójimo hace de sí mismo al expresarse, todo en un ambiente de respeto absoluto. Los siguientes no son objetivos válidos: tener un sonido de fondo; obtener información con la cual atacar después; mientras oímos, pensar en como rebatir al otro dice; ganar la pelea.

2.- Tener una posición física adecuada
La mejor posición es sentarse frente a frente, en forma relajada, mirándose a la cara con suavidad en el gesto. Nada de escuchar dándose la espalda o mientras el otro está en otra habitación. Tampoco se debe voltear distraídamente a otro lado mientras el prójimo habla.

3.- Procurar una adecuada posición mental
Según la dificultad de la comunicación, podemos escuchar en primera posición: yo soy yo, tú eres tú, te escucho desde mi lugar. Pero si encuentro dificultades para entenderte, me pongo en la segunda posición, es decir, me pongo en tu lugar: veo, pienso y siento desde tu perspectiva, me pongo en tus zapatos. Si la dificultad es aún mayor, me pongo en la tercera posición: veo las cosas desde fuera, como si fuera el espectador que observa como hablamos tú y yo. Esto me permite ser más objetivo y separarme de emociones e ideas que me hacen daño.

4.- Buscar lo que verdaderamente quiere decir el otro
No interpretemos, no demos por supuesto, no pensemos por el otro. En caso de duda, hay que preguntar. Si nos sentimos lastimados con lo que dice alguien que nos quiere, probablemente estamos entendiendo mal. Nuevamente, hay que preguntar. «¿Podrías aclarar más este punto?», «¿Lo que quieres decir es...?».

5.- Investigar desde qué punto de vista habla el otro
Quien habla, ¿es hombre o mujer? ¿Dónde vive? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su estado civil? ¿Qué información tiene? ¿Qué estudios tiene? ¿La opinión de quién conoce? ¿Cuáles son sus creencias y valores fundamentales? ¿Cuál es su experiencia laboral? ¿En qué ocupa sus días? Todas estas cuestiones, y otras más, nos ayudan a situar el punto de vista del otro y facilitan que entendamos lo que dice y por qué lo dice. Esto nos ayuda a comprender y respetar nuestras diferencias.

6.- Tratar de entender a partir de qué experiencias de su historia es que habla
¿Qué ha ocurrido en su vida? ¿Qué aprendizajes ha tenido? ¿A quiénes ha conocido y tratado? ¿Qué logros y experiencias positivas ha tenido? ¿Qué dificultades o experiencias negativas ha vivido? ¿Cómo pueden éstas haber influido en sus criterios, sus temores, sus anhelos…?

7.- Tratar de detectar qué necesidad o necesidades se manifiestan tras lo que expresa
Pueden ser de seguridad, protección, control de su propia vida, afecto, expresión, realización de su misión en la vida, felicidad... El descubrir las necesidades implícitas en lo que el otro dice es una de las partes más significativas del ejercicio de escuchar y con frecuencia es el tema más importante.

8.- Percibir qué sentimientos tiene el otro en el momento de hablar
No es lo mismo -y no podemos tomarlo de la misma manera- algo que nos dice el prójimo cuando está contento o cuando está deprimido, tranquilo o enojado, agotado o lleno de energía, lúcido o confuso... Cada momento es diferente, y hay que tomarlo en cuenta.

9.- Buscar cuál es su intención positiva
Por más que nos moleste lo que el otro nos dice, siempre podemos encontrar una intención positiva en sus palabras, y ésta nos enriquece, nos calma y equilibra.

10.- Confirmar si verdaderamente entendí
¿Cómo? Preguntando: ¿Lo que quieres decir es esto? Por lo que dices, yo entendí esto, ¿es así? ¿Podrías aclararme este punto? ¿Podrías decirme más sobre esto?


Fuente: elobservadorenlinea.com