No importa cómo me pintes...

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Tienes la paleta en tus manos...
Mezclas las tintas nerviosa...
Tu lienzo al frente te espera...
Sin saber cómo nos miramos.

Tímidas pinceladas al principio.
Poco a poco trazas líneas...
vas configurando tu idea
y plasmas despacio mi Rostro.

¡No quiero una cara bonita.!
Me haces daño si asi me pintas.
¿Sabes?, sufrí mucho. Lloré,
sudé sangre y eran rojas las perlas. 


Mi Rostro... mi Rostro era indefinido.
Hinchado, moreteado, golpeado...
¿De dónde te viene pintor
obtener en tu lienzo un rostro hermoso.? 

Insistes en colgarme de un madero pulido.
¿Qué no sabes que no había tiempo?
Que mi Cruz, madero rústico
era el esfuerzo de la humanidad,
de los que sufren, desamparados,
difamados, marginados, 
violados en sus derechos. 

No vine al mundo 
en medio de un lecho de rosas
y no menos mi final humano,
sería en algodones.
Cuántos como tú...
pasaron bajo mis pies sin mirarme siquiera
sin regalarme una sonrisa,
sin entender que por ellos
dí mi Vida para salvarlos.

Ahora tú, pintor conocido
me presentas al mundo,
de la forma más irreal que existe.
No aceptas mi Credo, no lo vives 
y te atreves a criticar
a los que luchan en su credo por Servirme.

Sientes que me retribuyes 
con un lienzo maravilloso
sin siquiera vivir los trazos que hoy,
en tu afán de sobresalir en tu arte
de tu vida, cómoda y burgues
te puedes acordar de mi dolor. 

¡No impòrta cómo me pintes.!
Pero al menos sea tu acuarela
un recuerdo de mi Rostro Vivo
en cada hermano que ves.

¡Sí.! En el rostro del niño de la calle,
en el hombre que está preso,
en aquél que ha sido expuesto,
en la mujer violada,
en el marginado del mundo,
en el perseguido que calla,
¡Sí.! Ese es mi rostro real. 

No olvides que como a Magdalena,
por muy grandes que fueron sus pecados
le perdoné y en su humildad,
su corazón quedó sano.

¡No importa cómo me pintes!...
Cada uno expresa su sentir
y Yo,
conozco el corazón humano