El que da recibe

Autor:  Padre Javier Andrés Ferrer

 

 

A este buen amigo lo vamos a llamar Manolo. Iba un día Manolo en su coche por una carretera con sus hijos. Hablaban y uno de los hijos, el menor, cortó la conversación poniendo la atención sobre una señora que estaba de pie a la orilla de la carretera junto a su vehículo. Manolo paró su vehículo tras el de la señora, con discreción para no asustarla y , al punto, pudo comprobar que la señora había pinchado y no se determinaba a cambiar la rueda. Manolo, sin titubear, bajó de su coche y se brindó a la señora para echarle una mano. Al poco rato cada uno seguía su camino.

Al llegar a la ciudad donde se dirigía, Manolo dejó a sus hijos en la escuela y realizó los recados que tenía que hacer. Volvió a recoger a sus hijos que salían de la escuela y regresaba felizmente a su hogar cuando se percata, al pasar un semáforo, de que delante del coche empieza a salir vapor. Se detiene en el aparcamiento de un restaurante, levanta la tapa del motor, lo examina y descubre que el radiador está perforado. Se echa las manos a la cabeza con cierta preocupación e invoca al Señor para que le sea propicio. Mira a su alrededor y ve que un camión ha aparcado no lejos de él. Baja de la cabina el conductor y se acerca hasta él, preguntándole qué le sucede. Manolo le explica lo que le ha ocurrido y añade que iba a telefonear a uno de sus hermanos que es mecánico.

-Pero, ¿tardará mucho en venir su hermano?

-Seguramente, porque vive a una hora de la ciudad.

-Llame usted a su hermano y mientras usted lo espera yo me encargo de sus hijos.

- Pues, ¿qué va a hacer usted con ellos?

-Lo que usted haría y no puede: darles de cenar. Mire la hora que es.

"Aquel señor se portó de maravilla: no hubo manera de que yo pagara la cena; y, además, nos llevó a casa de unos amigos suyos que vivían allí cerca para que estuviéramos bajo techo, mientras esperábamos a mi hermano. Y cuando llegó mi hermano nos acompañó a revisar el coche y solamente se despidió de nosotros cuando estuvo cerciorado de que el radiador había quedado bien reparado y el coche funcionaba con perfección. Yo le di las gracias, como es natural, y entonces él me contestó:

-No es nada. Resulta que hace unas horas venía conduciendo por la carretera y vi que usted estaba ayudando a una señora a cambiar un neumático. Y, bueno, el que da recibe..."