Tiempo perdido

Autor: Eduardo Orellana

 

 

¿Tiempo perdido? es aquel en el cual no nos entusiasma ya nada, ni disfrutamos tampoco de nada, ni amamos a
nadie.

¿Tiempo perdido? Aquel en el cual cruzamos por un lugar o un momento, sin tener plenamente conciencia
de ello por estar siempre añorando al otro tiempo: al ya muerto, o preocupándonos por aquel que aún no ha
nacido. 

¿Tiempo perdido? Aquel en el cual no se aprende ya nada, ni damos nada, ni esperamos nada de nadie;
aquel que construimos con mil esperanzas amortajadas o tan sólo un intento fallido.

¿Tiempo perdido? Aquel en el cual nos culpamos de todo, odiamos a todos y sufrimos de todo, permitiendo
que un estúpido miedo o un abrupto enojo nos convierta en un individuo vencido.

¿Tiempo perdido? Aquel que, de repente y sin darnos cuenta, ya se ha ido por guardar avariciosamente
una espontánea sonrisa, un dulce “te quiero” , un esperado perdón o un olvido.

¿Tiempo perdido? Aquel en el cual nunca nos atrevimos a hacer ya nada por el miedo a perderlo todo o para
evitar esa burla de pretender cambiar lo que es inmutable o prohibido.

¿Tiempo perdido? Aquel en el cual decidimos guardar tras un viejo armario el respeto a los demás o a
nosotros mismos y en el que, además, cínicamente gritamos: “¡que bien a mí me ha ido!”

¿Tiempo perdido? Aquel que se aparece en el umbral de nuestra muerte y al cual le echamos la culpa de todo
lo que fallamos o de la mala suerte, en vez de reconocer que a Dios lo pusimos siempre de lado y en un lugar escondido.

¿Tiempo perdido? Aquel que, tú y yo, permitamos que siga fluyendo sin mayor conciencia, amor o esfuerzo,
evitando de esa forma que nuestro ser pueda al 100% vivirlo.