Hablando se entiende la gente...
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Este dicho encierra mucha sabiduría.
Muchos problemas, malentendidos, se aclaran y solucionan por el simple hecho de hablar.
Este procedimiento de hablar, de dialogar, es sumamente necesario, sobre todo en el matrimonio;
Se puede decir que los esposos que saben manejar ese arte del diálogo, son capaces de resolver gran parte,
por no decir todos los problemas que se presentan entre ellos.
Lo primero que hay que decir es que es lo más natural del mundo que surjan problemas, tengan diferentes modos de pensar, diferentes puntos de vista entre ellos, entre los esposos; esto no es una tragedia, es normal, pero ¿qué es lo que hacen él y ella cuando surgen estás diferencias de opinión.?
Es un mal procedimiento el discutir.
Nunca se gana una discusión, porque si se logra verdaderamente convencer a base de enojos o a base de gritos al consorte, lo único que se provoca, es una aversión, un enojo, y por lo tanto, una predisposición para taparse los oídos la próxima vez que surja una oportunidad de diálogo.
Otro mal procedimiento es: Para evitar que el otro se enoje y de gritos, callarme, guardarse las cosas, Aparentemente hay paz, pero se trata más bien de una guerra fría.
Esos problemas, esas heridas que se guardan y quedan ahí dentro, son como una bomba de tiempo, van produciendo resentimientos, enojos, irritaciones cada vez mayores, y puede suceder que de algún momento haya una explosión poco menos que atómica, que vuelen los platos, o por lo menos que vuelen las palabras duras e inconsideradas, de las que luego uno se arrepiente, porque en esos momentos se trata de decir las cosas más duras, de la forma más hiriente y cortante.
Está uno fuera de sí, guiado solamente por el orgullo herido, que es como una pantera hambrienta.
La verdadera solución es el ‘diálogo’.
Pero dialogar no es nada fácil, no es simplemente decir mis puntos de vista, lo que yo siento, opino y después
taparme los oídos cuando la pareja me dice los suyos.
Es más bien, buscar de común acuerdo, la verdad, la solución a ese problema, y estar dispuestos a ceder si uno reconoce que está equivocado, y aceptar la parte de verdad de la pareja, sea mucha o poca.
Esto requiere tener control emocional, y dominio de eso que se llama orgullo personal, y tener esa capacidad de sabiduría, de amor verdadero y aceptar que la esposa o esposo tenga razón y no por eso sentirse ofendida, ofendido, sino simplemente alegrarse con él o con ella, alegrarse de que mutuamente se ha encontrado
la verdadera solución.
Es muy fácil, de veras, para dos personas que se aman encontrar verdaderas soluciones, porque son dos mentes, dos corazones que colaboran en la búsqueda de esa solución y, por eso, no debería haber ningún problema o situación de la que no sean capaces de hablar.
Yo me pregunto:
¿Qué problema, qué diferencias no podrían resolver dos esposos que se aman de verdad?
Dialogar es una forma valiosa de amarse.