La senda inicial

Autor: Jaume Boada i Rafí O.P.

 

 

Señor, 
es imposible conocerte y no amarte, 
es imposible amarte y no seguirte, 
es imposible seguirte y no desear llegar contigo hasta el final,
es imposible alcanzar contigo el final
y no sentir en lo más profundo del corazón
un deseo ardiente e insaciable:
ser una sola cosa en ti y contigo.

Fundirme en tu amor, 
sumergirme para siempre en tu presencia. 

Ya no soy yo, 
eres Tú en mí 

Tú y yo una sola cosa en el amor. 
Plenitud de fe y de vida. 
Amor. Comunión. 
Tu en mí y yo en ti. 

Fascinado por este maravilloso objetivo, 
quizá no me siento dispuesto a alcanzar el precio... 
el mismo precio que Tú pagaste para conseguir mi amor: 
una entrega total... un abandono pleno a tu amor, 
un gastarme y desgastarme por ti
en el servicio de misericordia con los hermanos.

Estoy siempre en ti, pero ahora, en estos días 
en los que deseo que cesen los ruidos
y comience la canción del corazón, 
sólo deseo que se desaten en mí las lenguas del Espíritu 
para que tú puedas ser cercanía en viva voz.

Señor, me propongo no defraudarte en la ruta ya comenzada.
Deseo complacerte porque te amo. 
Porque mi vocación eres Tú sólo Tú Señor

Después de los primeros pasos difíciles y tambaleantes 
con los que has caminado en esta experiencia de desierto,
llega el momento de la verdad.

Tú sabes bien cómo estás, 
cómo llegaste a este remanso de paz que se te ofrece.

También conoces claramente lo que el Señor quiere de ti, 
lo que El espera de tu respuesta de Amor.

No le puedes defraudar.

Reconoce tu pecado, 
pero no te excuses en él para no dar más pasos 
en tu fidelidad y entrega al Señor.

Sé consciente de tu pobreza y de tu debilidad, 
pero reconoce que si abres tu vida al Amor,
todo en ti se transformará

Es importante que veas que, como trasfondo 
de la debilidad e infidelidad en tu respuesta al Señor, 
puede haber una gran desconfianza 
o un miedo a lo que el Señor pueda pedirte.

No tengas miedo.

Abandónate a la inmensidad del amor de Dios
con una infinita confianza. 
Porque si eres verdaderamente pobre de alma 
en tu vida solo puede haber dos cosas: 
el presente que Dios te regala y una gran confianza.
Nada más.

Piensa en Él, vive en Él 
y emprende este camino de oración y silencio.
Lo más importante de estos días es la oración y el silencio.

Entra a fondo en el silencio, 
calla y acalla las voces interiores que pueden perturbarte.

Vive en El, no distraigas tu soledad con libros,
ni con otra cosa que no sea Él, su amor, 
su presencia o su Palabra.

Recuerda que sólo te ha de acompañar la Palabra de Dios.

No pierdas el tiempo en pensamientos vanos
o en conversaciones superficiales.

El te espera porque quiere morar en ti, 
establecerse en tu corazón 
para después irradiar amor cercano y tierno, 
ese amor de Dios que te hace sentirte libre siempre.

Tu vida es oscura, pequeña y sacrificada, 
pero tienes las puertas abiertas al Amor.