El hombre de las manos atadas

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

    Era un nombre como todos los demás.

Una noche, repentinamente, llamaron a su puerta. Cuando abrió…se encontró con sus enemigos.

Eran varios y venían a por él.

Le ataron las manos y se lo llevaron. Y en la cárcel comenzó su vida de manos atadas.

Le dijeron que así era mejor, que con las manos atadas no podía hacer nada malo. Y se fueron dejando guardianes a la puerta.

Al principio se desesperó y trató de romper las ataduras.

Cuando se convenció de que sus esfuerzos eran inútiles, intentó acomodarse a la nueva situación. Poco a poco consiguió sobrevivir aun con sus manos atadas. Hubo un día en que hasta consiguió encender y fumar un cigarrillo.

Y llegó a creer que efectivamente era mejor vivir con las manos atadas. Casi podía considerarse un hombre afortunado. Estaba ya tan acostumbrado a sus ligaduras…Un día sus amigos sorprendieron a los guardianes y rompieron las ataduras de sus manos. 2Ya eres libre”, le dijeron. Pero habían llegado tarde: las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas y jamás podrían ser ya unas manos libres.

Carlos Giner


Un hombre fue atado, en una noche, en un lugar apartado e indefenso. Aquella noche dejó de ser libre. Sin manos no era nada, pero aprendió a conformarse, a defenderse en la esclavitud, con las manos atadas. Aprendió a comer, a hablar, a fumar. Sobrevivía.

Antes le preocupaba cómo hacer el bien, cómo acabar con el odio, la guerra, cómo sembrar los campos de paz. Antes le dolía el que abusaran de los indefensos: ancianos, pobres, niños, de que pusieran a los jóvenes a pelear. Podía disfrutar de la alegría de los niños, del aire puro de los campos, de la belleza de la ciudad.

Pero un día, una noche, llegaron y le cortaron todos los sueños e ideales. Al atarle las manos, no solamente le mataron las manos, le arrancaron el alma y con ella se le fue la vida, la libertad. Cuando llegaron sus amigos a desatarle ya era muy tarde: no podía moverse. “Todo había muerto”.

¡Cuántos viven esclavos del poder, del poseer y de los vicios! A tiempo no aprendieron a ser dueños de sí mismos. Se dejaron llevar de las pasiones, de los gustos, y al final terminaron haciendo lo que no deseaban. Ya lo decía Epicteto: nadie es libre si no es dueño de sí mismo. Y por el mal uso de la libertad, por la esclavitud que se cobra su precio, el ser humano se cava su propia tumba en vida.

“La libertad, amigo Sancho, decía Don Quijote, es uno de los primeros dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.