El corazón de Dios

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

¿Cómo podría obtener yo la gracia de no juzgar nunca al prójimo? 

   Por medio de la oración 

   Entonces, ¿por qué no le he obtenido todavía? 

   Porque no has orado en el lugar debido. 

   ¿Y qué lugar es ése? 

   El corazón de Dios. 

    ¿Y cómo se llega allí? 

   Has de entender que quien peca o sabe lo que hace y merece ser perdonado.  

Anthony de Mello 

 

   Hay que orar desde el corazón de Dios para que nuestra vida sea cristiana; pero, ¿cómo es el corazón de Dios? La Biblia nos habla de que Dios Padre tiene entrañas de misericordia, de que es puro amor. Sólo los que tienen ojos y corazón limpio pueden ver y meterse en el corazón de Dios. Sólo los que le han descubierto como tesoro, pueden amarle con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. 

   La oración sirve para conocer a Dios. En la oración, decía Santa Teresa, “el Señor ilumina para entender las verdades”. (Fundaciones 10.13), la verdad de quién es El, y cómo es, y nuestra verdad. Pero la oración sirve, además para limpiar nuestros ojos y cambiar nuestro corazón. En ese diálogo amoroso nos abrimos al amigo y en esa escucha tranquila, pausada y sosegada, vamos entrando en el corazón de Dios. 

   No podemos decir que conocemos a Dios, que hemos escuchado cómo es su palpitar, si no nos acercamos a los hermanos y sentimos al unísono con ellos, disculpándoles su pecado. El amor hace comprender que “quien peca no sabe lo que hace y merece ser perdonado”. 

   Por medio de la oración verdadera llegamos, nos acercamos a Dios y al prójimo porque se ora desde el corazón y con el corazón de Dios.  

   Dios es amor. “Los pájaros en las ramas, los lirios en el campo, el ciervo en el bosque, el pez en el mar e innumerables gentes felices están cantando en este momento: ¡Dios es amor! Pero a la misma hora está también sonando la voz de los que sufren y son sacrificados, y esa voz, en tono más bajo, repite igualmente ¡Dios es amor!  (Kierkegaard)