El incrédulo y su compañero

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

Las mejores discusiones son las que no existen, las que se cortan de raíz en el momento de empezarlas. De las discusiones puede sacarse muy poco en claro, pues cada uno defiende su postura sin escuchar al contrincante. Mientras uno habla el otro se dedica a preparar la respuesta. Sin embargo,... hay ocasiones en que las discusiones nos hacen cambiar más tarde, aunque en el momento del acaloramiento no lo admitamos.

Había dos intelectuales en una ciudad: uno defendía la existencia de los dioses y el otro la negaba. Un día se enzarzaron en una discusión pública. Y tras horas de acalorada disputa, se separaron. Aquella noche el incrédulo fue al templo y pidió a los dioses que le perdonaran su antigua impiedad. Y a la misma hora, el que defendía la existencia de los dioses quemó todos sus libros sagrados. Se había hecho incrédulo.