El monje y el cántaro

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

Había un monje muy santo y sacrificado, muy piadoso y austero, pero no podía reprimir el mal genio. Se enfadaba con todos los monjes. No aguantaba si se desentonaban cantando, si vertían el agua en la mesa. «Padre —le dijo al abad—, no valgo para vivir en comunidad. Pensaba que los monjes eran perfectos, pero no es así». Entonces tomó un cántaro para coger agua del río y se internó en el desierto.

Allí se sentía feliz. Fue a llenar el cántaro cantando y salmodiando. Pero el cántaro se cayó y toda el agua se vertió. Lo volvió a llenar y de nuevo se le cayó. «Es el demonio que quiere tentarme», se dijo. Otra vez al río, otra vez se le cayó. Entonces, furioso, le dio una patada y lo rompió. Luego reflexiona y vuelve al monasterio. «¡Padre mío, he roto el cántaro a patadas. La causa de mis cóleras no es la compañía de los otros monjes. La causa está aquí dentro!».