El centinela de Pompeya

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

La sociedad de consumo está creando jóvenes light, superficiales y pasotas. En cambio, una cierta austeridad engendra caracteres fuertes. «La carne engorda, el espíritu enflaquece. La carne enflaquece, el espíritu engorda». Ya santa Teresa se quejaba de su tiempo a propósito de san Pedro de Alcántara, al que exceptuaba: «Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempos pasados». Desde luego hoy no sería tan fácil la gesta de Pompeya.

Ha pasado a la historia el gesto heroico del centinela de Pompeya. Cuando en el año 79 sobrevino la erupción del Vesubio y la lava inundó toda la región, un soldado romano quedó firme en su puesto. Su deber lo clavaba allí y la lava lo cubrió. Las excavaciones modernas hallaron en la postura de firme al centinela. El museo de Nápoles guarda, como valioso tesoro, el yelmo, la lanza y la coraza de este soldado que se dejó sepultar por la lava ardiente antes que manchar el honor del soldado romano.