Los inventos, fruto del esfuerzo

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

Los grandes inventos, más que fruto del talento de los inventores, son fruto de la voluntad férrea de éstos, de su perseverancia y del buen aprovechamiento del tiempo. Stephenson, por ejemplo, el inventor de la locomotora, empezó trabajando de minero con su padre. Watt, inventor de la máquina de vapor, tenía que buscarse el sustento fabricando flautas y brújulas. Herschel, el gran astrónomo y descubridor de Urano, se ganaba la vida tocando en una orquesta, y en los descansos observaba los astros.

Franklin, inventor del pararrayos, vivía de la venta de libros. Tintoretto, Caravaggio y Giotto, grandes pintores, sobrevivían con diversas tareas, para luego dedicarse a pintar. Copérnico era hijo de un panadero, Kepler de un tabernero alemán, Newton y Laplace eran originarios de una casa de labradores. Si todos ellos no hubiesen luchado con energía contra las adversidades, no habrían desarrollado tanto su talento.