El día que Virginia ganó una amiga

Autor:  María Brandán Aráoz

 

 

Hoy no es un buen día para Virginia. Mañana habrá un torneo de hockey muy importante, y a ella, no la eligieron. 


-¡Pero si yo soy del equipo! -se había quejado al enterarse. 

-Esta vez juegan las mejores -le había contestado la capitana-, porque se unieron los dos años. 


A Virginia le da rabia que no la hayan elegido. ¡Ella trabajó tanto para ser una de las mejores! El último partido corrió y corrió para todos lados. Llegaba a la pelota antes que cualquiera de sus compañeras. Sin embargo, la capitana de su equipo no estaba conforme. 


-Virginia, ya sabemos que sos la más rápida, pero en un partido todas debemos ayudarnos, y cada una tiene que ocupar su lugar –le dijo, molesta.


No, hoy no es un buen día. Sus compañeras del equipo están en el campo de deportes, practicando lo más campantes. En cambio, ella tiene que estudiar junto con las demás para la prueba de Ciencias del día siguiente. 


La última hora de clase termina, Virginia junta sus libros y los pone en su mochila. Ya está lista para irse a su casa, cuando ve que Laura la llama por señas desde su mesa. Virginia hace como que no se da cuenta. Total, Laura es tan baja que casi no se la ve. Además, todas sus compañeras dicen que es una pesada; le cuesta estudiar, le cuesta hacer deportes, le cuesta tener amigas... 


-¡Virginia, espérame! -grita Laura.


Virginia se pregunta: " ¿Qué querrá ahora?", y piensa que hoy no está de humor para aguantar a chicas pesadas. Laura la alcanza en la puerta.

-Mañana tenemos la prueba de Ciencias, ¿no?" –pregunta Laura con timidez. 

Virginia da un resoplido de impaciencia. 

-¿Acaso no leíste la nota del pizarrón? 

-Sí, es queee... me cuesta estudiar sola en casa. ¿Vos no me ayudarías?

-¿Ayudarte? 


Virginia piensa que lo que menos quiere es estudiar y explicarle a la pesada de Laura. 

-Sabés qué pasa... Yo con darle unas leídas al tema ya me lo sé. 


Laura baja la vista, avergonzada. 


-En cambio yo... ¡Soy tan lenta para el estudio! ¡Vos sos rápida para todo! -exclama Laura con admiración-. Me parece injusto que no te hayan elegido para jugar en el torneo. 


Ahora es Virginia la que se queda callada. Sin darse cuenta empieza a caminar despacio y a la par de Laura, que al llegar a la puerta del colegio, le pregunta: 


-¿Puedo llamarte por teléfono a tu casa? Digo, si tengo alguna duda.

Virginia siente un nudo en la garganta. 

-Claro - dice en un susurro. 


Laura se despide y camina a paso lento hacia la esquina. Parece más baja que nunca, con su mochila enorme cargada a la espalda.


Virginia ve venir el ómnibus que la lleva a su casa, y ve irse a Laura, agachada bajo el peso de su mochila. El colectivo que viene, Laura que se va, y ese nudo que le cierra la garganta. 


Entonces Virginia empieza a correr; corre y corre como si la hubieran elegido para el equipo de hockey y estuviera en pleno partido. En la esquina alcanza a Laura, que la ve llegar muda por el asombro. Virginia tampoco puede hablar; primero tiene que recuperar el aliento para después decirle: 


-Mejor voy a tu casa, y estudiamos juntas para la prueba. ¿Sabés?, no es bueno estudiar tan rápido, porque a la semana siguiente no me acuerdo de nada. 


Laura la mira con tanta alegría que a Virginia ya no le importa haberse perdido el torneo. Y hasta piensa que la capitana de su equipo tuvo razón en no elegirla. A veces ella corre demasiado, no ayuda a las otras ni ocupa su lugar en la cancha. En cambio ahora, Virginia se siente feliz; feliz de estar allí, caminando despacio, al lado de Laura.

Fuente: san-pablo.com.ar