Puso su espalda de taburete

Autor:  Padre Justo López Melús

 


Hay una pedagogía mejor que la corrección y el consejo. Es sufrir por el discípulo. Un discípulo se escapaba todas las noches para acudir a una casa de prostitución. Para saltar las altas paredes del monasterio colocaba un taburete junto a la pared. A la vuelta, de nuevo saltaba sobre él y lo recogía para la noche siguiente. Nadie hablaba de ello. Pero el Maestro lo sabía. Pensó reprenderle, pero sabía que las reprensiones no cambian a la persona. Pensó expulsarlo, pero sabía que eso era condenarlo.

Y pensó otro remedio. El discípulo colocó el taburete y saltó a su cita sensual. Entonces el maestro quitó el taburete y se puso él agachado esperando la vuelta del discípulo. Éste volvió y saltó sobre la espalda del Maestro. El Maestro se incorporó sin una queja, y le saludó con una inclinación. Nadie se enteró. Nadie pidió perdón y nadie se sintió obligado a otorgarlo. Pero el discípulo no volvió a salir nunca más. Todo cambió. El Maestro había sufrido por él.