Coche abierto en la calle

Autor:  Padre Justo López Melús

 

 

Decía un poeta que es una pena ser «ciego en Granada». Ser loco es otra cosa. «Loco en Granada», titulaba Javierre la vida de san Juan de Dios. Es una vida impresionante. Una locura. Los criterios humanos le traían al fresco, sólo le importaban los criterios evangélicos. «Al que quiere quitarte la túnica, dale también el manto» (Lc 5, 40). No le importaba que lo engañaran, que no se lo agradecieran. «Estaba loco». Dios no nos ama porque seamos buenos, Dios nos ama porque estamos «locos».

Un sacerdote ejerce su ministerio en los suburbios. Le han regalado un coche y lo ha dejado abierto en la calle con este letrero: «Hermano, deja aquí lo que te sobre, para que otro pueda tomar lo que necesita». Y dicen que todos los días el coche se llena y se vacía. Algunos «prudentes» lo tachan de loco. «No hay que pasarse, es un exagerado». Es una escapatoria que utilizamos para ahogar nuestros remordimientos y poder vivir tranquilamente. ¿Cómo terminó la aventura? Eso ya no importa, desde los criterios del Evangelio.